La introspección de Pinkletoon
Pinkletoon ya no lo soportaba más. Solo vio una solución, la huida.
Salir de Londres y alejarse todo lo posible de aquellas figuras inciertas que lo atormentaban.
En medio del Atlántico Norte, mientras el viento le azotaba la cara en la cubierta de popa, respiró aliviado sintiéndose a salvo hasta que se percató...
Se miraron y pasó junto a él, introspectivo y elástico, medio gato.